No sólo sirve para ponerse morena y estrenar bikini. La arena, el agua del mar, el sol. Toda ella es una gran fuente de beneficios para la salud.
Fortalece los huesos
Cuando tomas el sol, te estás beneficiando de la vitamina D, imprescindible para que el calcio se fije en los huesos, ya que el astro rey participa en su síntesis. El tiempo que conlleva este proceso depende de la edad (en las personas mayores tarda más), de dónde se vive y de la tonalidad de la piel (cuanto más oscura, más tiempo al sol se requiere). La playa es uno de los mejores lugares para conseguirlo, ya que no hay edificios, montañas ni otros obstáculos que entorpezcan la incidencia del sol. Eso sí, los factores de protección de las cremas solares dificultan la síntesis de la vitamina D, pero nunca renuncies a las cremas solares. Toma el sol durante pequeños periodos de tiempo, haciendo pausas.
Regenera la piel
El agua marina es rica en minerales, sobre todo yodo, potasio y zinc, por lo que es un potente regenerador de la piel. Muchas playas contienen barros que, aplicados sobre la piel, tienen un efecto regenerador e hidratante, precisamente por sus minerales: mejoran el estado de la piel aumentando su elasticidad y la fijación de los líquidos en las células de la dermis. Por otra parte, los granos de arena pueden emplearse como exfoliante; aprovecha mientras tomas el sol para aplicártelos, humedecidos, sobre la piel.
Aumenta las defensa
“Los rayos ultravioleta broncean la piel, pero además actúan contra las bacterias, los virus y los hongos, con lo que activan las defensas y nos protegen de posibles agresiones”, dice la naturópata Rosa García Arroyo, de Barcelona. Además, el agua marina, por sus minerales y oligoelementos, tiene propiedades antibióticas que ayudan a la cicatrización de heridas.
Activa la circulación
Caminar sobre la arena ejerce un suave masaje sobre la planta de los pies que activa la circulación sanguínea de retorno (de las venas), algo que se incrementa con el golpeteo de las olas sobre los tobillos.
Respiras mejor
La fresca brisa marina de la mañana despeja las vías respiratorias porque está saturada de ozono y de minúsculas gotas de agua que ayudan a respirar mejor y limpian los pulmones: produce un efecto de ‘nebulizacion’ constante que mantiene sanas nuestras mucosas. Desde la medicina natural, a las personas con problemas respiratorios se les suele recomendar respirarla y darse baños en el mar, para acabar con catarros, tos con flemas, etc.
Frena el estrés
“El sonido de las olas nos recarga; ya sólo la idea de pensar en el mar produce una gran relajación, nos liberamos de nuestros pensamientos y preocupaciones del día a día”, apunta la experta. Y agrega: “La luz y el calor del Sol tienen una influencia directa en nuestro balance hormonal: se multiplican las hormonas responsables de nuestro bienestar, aumentan nuestra motivación y vitalidad y conseguimos alejar los pensamientos negativos”. Además, bañarse en el mar también ayuda, ya que el agua marina es rica en magnesio, un mineral que protege el sistema nervioso.
Alivia el dolor
Nadar y flotar en el mar favorece la relajación muscular y, gracias a su riqueza en yodo, también la recuperación de las lesiones musculares. Además, los baños marinos alivian el dolor que provocan enfermedades reumáticas como la artrosis.
Estar cerca del mar activa el organismo
Nuestra experta, la naturóloga Rosa García Arroyo (naturopatia-rosagarcia.es) nos explica que “el aire que respiramos en el mar es estimulante: consigue que en pocos días el organismo comience a cambiar. La glándula tiroides recibe una mayor cantidad de yodo, produciéndose una estimulación que hace que el metabolismo se ponga en marcha y el cuadro sanguíneo experimente un cambio positivo.”
Como consecuencia de eso, “muchas personas, al tercer o cuarto día de sus vacaciones cerca del mar, se sienten cansadas o fatigadas. Es normal y pasajero. Se trata de una reacción natural del organismo al clima estimulante, que revertirá en un aumento de la capacidad de resistencia del cuerpo a largo plazo”, dijo.