Autoestima en Preescolar

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A continuación enumeramos algunas estrategias que se pueden poner en práctica para ayudar al niño a elevar su autoestima:

Aceptar a los niños por lo que son. Esta aceptación dará entrada a los sentimientos de autoaceptación.

Tratar a los niños como individuos. Aceptar sus diferencias y no compararles.

Fijar reglas claras y expectativas de conducta. Hay estudios que sugieren que cuando los niños tienen límites y saben lo que se espera de ellos, desarrollan una autoestima más alta.

Ser justo y coherente en vez de castigar, ayudar a los niños a asumir las consecuencias de su conducta.

Sin etiquetas. Tu hijo puede ser algo bajito, gordito, distraído, orejón, etc. pero no tienes por qué tomarlo como su segundo nombre, los primeros criticones del físico y agresores de la autoestima de un pequeño lamentablemente somos sus padres y su familia. Ya de por sí se las tendrá que arreglar en la escuela con su defecto físico más notable como para que, de pilón, tenga que lidiar con escucharlo en casa también. No permitas ni que los abuelos, ni los primos o los hermanos acostumbren a señalarle sus defectos como si fueran chiste familiar. Es típico escuchar “ahí viene el “chorejas” de la familia” o “salúdame a la gorda”.

Borra de tu lenguaje todos los insultos y palabras negativas que puedas decir hacia tu hijo. Insultos como: “eres un torpe” o “idiota” simplemente no pertenecen a una mamá que nutre emocionalmente de forma positiva. Un buen tip para ir cambiando este feo patrón es pensar que nuestro hijo no es el torpe, grosero, tonto, sucio, etc. si no la acción que está haciendo en ese momento. Por ejemplo Si un niño en edad preescolar que ya sabe que no debe agarrar tierra de la maceta lo hace, es posible que nazca el impulso de decirle “eres un sucio”, pero sería mucho mejor llamarle la atención diciendo que lo que está haciendo en ese momento es algo muy  sucio porque está dentro casa o en un lugar no apropiado para jugar con tierra. De esta forma no etiquetamos al niño de sucio para siempre, si no que nos enfocamos a  su actividad en ese momento. La diferencia puede verse sutil, pero es fundamental reconocerla.

Dale pequeñas responsabilidades, anímale y déjalo que se equivoque. Puedes pedirle que sea el encargado de recoger todos los platos y vasos de plástico después de la comida, o el que siempre se encargue de poner las servilletas y manteles, etc. Dile que es una gran ayuda para ti, que es un niño muy responsable, que ya es grande, pero ya sabes que es probable que terminen líquidos en su ropa o en el piso, que las servilletas vuelen por toda la cocina, etc. cuando pase eso, no lo regañes ni lo culpes, debes estar consciente de que en realidad no es responsable y además no querrá volver a hacerlo porque se sentirá torpe. Tienes la opción de decirle: “a veces pasa, incluso a mí me ha pasado, pero no importa, eso se limpia”, o ¡se compra otro y listo! Claro que su responsabilidad va de acuerdo con su edad, no le dejemos el cuidado de un bebé, o que limpie objetos de cristal. El autoestima de nuestro hijo vale más que el diamante más caro.

Dile cuanto lo amas. No basta con sentir amor por tu hijo, incluso no basta que pienses que con trabajar todo el día para darle una mejor calidad de vida y cubrir todas sus necesidades físicas estás cubriendo la cuota con él o ella. A los niños les nutre que les digas cuanto los amas y que se los digas a cada instante y que seas tan cursi que no pares de besarlos y abrazarlos en cada oportunidad, hazlo ahorita que se dejan, hazlo ahorita que estas viva y que tienes el privilegio de tenerlo junto a ti. De hecho un “te amo” y un “perdóname hijo” son mágicos para confortar a un niño después de que se te ha pasado la mano en algún regaño y has dicho algo que en realidad no sientes y no deseas para él. Después de todo le estás enseñando a perdonar y saber pedir perdón, a expresar su amor con palabras. En fin, hay muchos más ejemplos que podríamos mencionar.

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